LOS "COMELOTODO" NO TIENEN QUÉ COMER…

Soberanía alimentaria en el país de las pupusas de maíz importado.

Por Cristina Rivera - Red ciudadana contra los transgénicos de El Salvador.

San Salvador, 16 de octubre de 2007

ETC

Sábado, el parque San José en la capital cuzcatleca amanece entre tamales, café, pupusas, salpores, gallinas, rábanos, cocos, cuajada y naranjas . Representantes de 157 productores y productoras de todo el país han venido al mercado comunitario alternativo para ofertar una variedad de productos propios. Se trata de una excepción en un país dónde la mayoría de frutas y verduras que se venden a diario provienen de Guatemala, Nicaragua, Honduras, California u otros lugares.

En El Salvador la población rural ocupa el 40%, según la encuesta de Hogares de la Digesty y la población económicamente activa trabaja en el sector agrícola, alcanzando este sector el 9.3 por ciento del PIB. Al mismo tiempo el país enfrenta un déficit de producción agrícola: no alcanza abastecer la demanda de alimentos de su población. Esto lleva a situaciones de crisis como en el mes de agosto del presente año cuando el gobierno decidió importar 1.8 millones de quintales de maíz blanco de México y Estados Unidos. Antecedente fue supuestamente una mala cosecha relacionada con un mal invierno, y el alza de precio de $11.50 por quintal el 30 de enero, a $20.88 en julio del mismo año (1) . A pesar de que la oferta fue aumentada por importaciones, en septiembre, el quintal de maíz alcanzó los 25$. Pero no solo la política de mercado para regular los precios a través de importaciones falló, las crisis se genera desde las condiciones de producción.

El Salvador, junto con la región mesoamericana, forma el centro de origen de todas las variedades de maíz, y por lo tanto cuenta con las condiciones geológicas y climáticas en las cuales los agricultores de la región desarrollaron este cultivo a través de siglos.

Hoy en día se han perdido conocimientos y técnicas ancestrales, y los agricultores carecen de apoyo tecnológico. El ministerio de agricultura salvadoreño no cuenta, como es el caso de EEUU, con un sistema seguro de predicción del tiempo e información climatológica. Hablan de un invierno copioso, con las primeras tormentas se llama a sembrar, y luego llegan las sequías. La falta de acceso a la información no es el único obstáculo de la población rural. Los precios de los insumos agrícolas son los más caros de Centroamérica. Se suman la falta de acceso a la tierra, al crédito y a los servicios agrícolas y de comercialización. Las pérdidas en la producción agrícola originan acaparamiento y especulación y traen impactos sobre los precios de granos básicos. Con el salario mínimo de $2.47 al día en el sector agrícola agropecuario se vuelve cada vez más difícil alcanzar la canasta básica alimentaria, que ahora oscila por los $ 101.7 en las zonas rurales (2) . La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) afirma que no existe un “ verdadero plan nacional de seguridad alimentaria en El Salvador” (3) .

Estos factores crean una situación de vulnerabilidad, en la cuál la nación no puede garantizar el autoabastecimiento de alimentos, y se ve agravada con fenómenos climatológicos como tormentas tropicales o sequías, que con frecuencia llevan a emergencias regionales o nacionales. Entonces entran organismos internacionales de ayuda alimentaria para abastecer a la población.

Aunque la ayuda alimentaria tiene el noble fin de permitir que una población determinada pueda sobrevivir en una situación de crisis, por definición debe ser temporal, proveer un alivio a corto plazo en casos de emergencias, es decir en situaciones de crisis alimentaría que la gente no puede superar por su propio esfuerzo. De ninguna manera deben sustituir la perspectiva de mediano y largo plazo de fortalecer sistemas locales de producción y abastecimiento de alimentos. Para ahorrar costos de transporte, tiempo y activar la economía local, existe un acuerdo casi mundial de organismos de ayuda humanitaria que la ayuda alimentaria debe enviarse en efectivo para comprar local- y regionalmente.

En cambio en América Latina solo el 9% de la ayuda humanitaria está dirigida a emergencias, y la mayoría se dedica a proyectos de desarrollo con impactos en la economía local a mediano y largo plazo. El 92% de la ayuda alimentaria ha venido directamente de los países donantes en forma de especies. Estos alimentos pueden “monetarizarse”: un procedimiento usual de la USAID de vender las donaciones a precios bajos en el mercado local para financiar sus proyectos. De esta manera los agricultores nacionales enfrentan una competencia desigual con productos importados altamente subsidiados.

En el caso de El Salvador, la mayoría de ayuda alimentaria llega desde Estados Unidos, a través de los programas PL 480, Alimentos para la Educación , Alimentos para el Progreso , Diary Export Incentive Program, y el Programa Mundial de Alimentos.

El PL 480 es un programa de cooperación con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos y su fondo de créditos, la Commodity Credit Corporation (CCC), y funciona de diferentes maneras: a través de la venta de productos agrícolas norteamericanos a los países en desarrollo, mediante créditos de largo plazo, o a través de donaciones para asistencia alimentaria de emergencia y para proyectos de desarrollo. El programa establece que las donaciones deben ser administradas por organizaciones voluntarias norteamericanas, USAID o agencias de organismos multilaterales como el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (PMA).” (4)

Durante los años 80 y 90 el gobierno salvadoreño firmó numerosos convenios de préstamo para la venta de productos agrícolas provenientes de EEUU en el marco del PL 480. En la presente década el PL 480 fue completado con otros programas, como el Programa Alimentos para la Educación del USDA, que exporta excedentes agrícolas destinados para proyectos alimenticios en escuelas e instituciones pre-escolares en el Tercer Mundo.

En el marco del Diary Export Incentive Program, EEUU distribuye sus excedentes de producción láctea a los países pobres. Cabe mencionar que desde los años 50, las granjas de lácteos americanas han producido de forma sistemática más leche de la que puede consumir la nación, y el Gobierno Federal ha venido comprando los excedentes cada año para evitar que el precio se desplomara.

Para aumentar aún más la producción de lácteos, se inyectan diariamente las vacas con un preparado comercializado como Posilac, científicamente conocido como hormonas recombinantes de crecimiento bovino ( rBGH, según las siglas en inglés), una sustancia obtenida a través de la biotecnología.(5) Canadá, la Unión Europea y otros países prohibieron el uso por sus peligros: es causante de cáncer de mama, de colon y otras enfermedades. Más sin embargo EEUU busca la expansión de mercados para su leche a través de programas de ayuda alimentaria: tan solo entre junio del 2003 y junio del 2004 la USAID distribuyó 22,733 Ton métricas de leche en polvo, 7,032 Ton métricas de mantequilla y 1,010 Ton métricas de queso, entre otros en la región centroamericana (6).

Otro instrumento para posicionar los excedentes agrícolas de EEUU en los mercados de los países del sur, es el PMA. Aunque se trata de un programa de las Naciones Unidas especializada en la distribución de alimentos a países que lo necesitan, y su labor está financiada por más de 60 países miembros, el grueso de la ayuda proviene de Estados Unidos, por lo que ese país elige el director ejecutivo y tiene mucha influencia en la elaboración y ejecución de sus políticas.

Después del Huracán Mitch en octubre de 1998, el PMA se instaló en la región centroamericana con la “Operación Regional de Emergencia para víctimas del Huracán Mitch” seguido por la “Operación Prolongada de Alivio y Recuperación Reconstrucción” en colaboración con el Banco Mundial, la USAID y la Unión Europea.

Un “Informe Regional” sobre casi un millón de hambrientos en Centroamérica, entregado en Julio 2001 por los funcionarios del PMA en Roma, dio paso a la entrega de 16.500 toneladas de alimentos. Mientras se hizo un llamado para solicitar ayuda internacional para una canasta de maíz, aceite y cereal, los medios de comunicación destacaron la ayuda diaria del PMA, poniéndolo como el único salvador de las víctimas del hambre, y se sigue insistiendo que es necesaria mayor cantidad de alimentos para atender estos sectores.

Hoy el Programa Mundial de Alimentos asiste anualmente un promedio de 205,000 personas en El Salvador. A través del “Programa de Alimentación Escolar”, el PMA está distribuyendo ayuda alimentaria a niños y niñas de escuelas rurales de los cuatro departamentos con mayores niveles de pobreza: Cabañas, Ahuachapán, Chalatenango y Morazán.

En el mes de abril del presente año se inauguró el “Centro Regional de Repuesta Humanitaria” en Comalapa que tiene la capacidad de almacenar provisiones para alimentar 50.000 personas durante 10 días. Su ubicación es estratégica para importar alimentos, y las instalaciones cuentan con servicios aduanales de proceso rápido de importación y exportación. Desde Comalapa se piensan coordinar operaciones al nivel regional en situaciones de crisis o emergencia. No se conocen tratados con productores nacionales para aprovisionar el centro.

Preocupados por la salud de la población salvadoreña, sobre todo de los sectores más vulnerables, la “Red Ciudadana Frente a los Transgénicos en El Salvador” realizó varios análisis de muestras de alimentos y granos distribuidos por el PMA. Entre 2002 y 2004 tanto la semilla de maíz, harina de maíz y harina de maíz con soya distribuida por el PMA resultaron transgénicos.(7)

La posición del PMA hacia los transgénicos es ambigua. Presume no tener pruebas científicas que los alimentos transgénicos produzcan impactos negativos en la salud humana, pero asegura en sus guías sobre la ayuda alimentaria que sus donaciones son hechas de acuerdo con estándares y regulaciones internacionales, y que dona sólo aquellos alimentos que hayan sido aprobados tanto por el país de origen como por el país donante como seguros para el consumo humano.

En el caso de El Salvador, el articulo 30 de la Ley de Semilla establece que se “prohíbe la importación, investigación, producción y comercialización de transgénicos”, y la Ley de Protección al Consumidor precisa el derecho del consumidor a conocer a través de un etiquetado las incidencias que los alimentos transgénicos puedan tener sobre su vida y salud. Aún, y tal vez hasta más, en situaciones de extrema vulnerabilidad.

La ayuda alimentaria, como un gesto solidario entre los países y naciones, puede salvar vidas y aliviar crisis, pero debería proyectarse dentro del contexto de las realidades y necesidades de las poblaciones, para evitar impactos negativos sobre la agricultura local y la salud. Para superar la crisis prolongada, y proveer un plan nacional de seguridad alimentaria, sería preciso incentivar la producción agrícola nacional, y aumentar la capacidad de autoabastecimiento, con garantía de acceso físico y económico a alimentos inocuos y nutritivos para la unidad familiar, la localidad y el país.

De esta manera gozar de una variada oferta de productos locales no sería privilegio de la vecindad del parque San José, que cada dos semanas accede al mercado alternativo de productores, sino un derecho de la población hecho realidad.

Fuentes del articulo:

(1) Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

(2) Ver www.elfaro.net/secciones/observatorio/20060703/observatorio1_20060703.asp

(3) Colatino, 13.09.07

(4)“Documento de posición frente a la cumbre mundial de la alimentación”, red por una América latina libre de transgénicos, amigos de la tierra América latina, acción ecológica

(5) ver también: www.agirazul.com.br/Ecologist/capitulo15.htm

(6) ver también www.rallt.org/boletin/boletin%20120-180/Bol.%20131_%20Leche.pdf

(7) www.ecoportal.net/content/view/full/33011

 

 

 

 

 

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